Hola y bienvenidos a la Plaza Ravanals, también conocida como Patio Piqué. Si todavía no habéis llegado, podéis acceder allí travesando el porche que tenéis delante y avanzando hasta el final del callejón.
Bien, dentro del perímetro de la plaza, veréis que se levanta un horno de pan del siglo XVIII, construido en ladrillo cocido formando una gran bóveda. Además, se conservan los restos arquitectónicos de la casa del horno, entre los cuales destaca la entrada formada por un arco de medio punto con protección de sillar.
La plaza y los elementos que se conservan formaban parte de la Casa Ravanals, una de las más antiguas de la población y propiedad de una importante familia de terratenientes del municipio. En ese lugar, aparte del horno, había un molino de aceite, varias almazaras y depósitos para almacenar la cosecha de sus haciendas.
Durante la guerra civil, aquella zona resultó muy afectada por los bombardeos, y la mayor parte de las edificaciones quedaron reducidas a escombros.
A finales de los noventa, el recinto fue cedido al Ayuntamiento por Miguel Pegueroles Ravanals, último descendiente de la familia.
Hace falta añadir que, en la plaza, también destaca el «Celtis australis», un almez centenario de grandes dimensiones.